El Último Pétalo…



Y la Muerte gritó horrorizada: Sacrilegio… Sacrilegio… mientras se bañaba en la regadera; y huyó desnuda por las colinas llenas de flores…

Se escondió en una Cueva y dijo: aquí no me encontrarán… mientras deshojaba una flor: “Me quiere… No me quiere…” Se decía a sí misma: Huiré de ellos y apareceré de repente cuando menos lo deseen…

Alguien preparó un Banquete lleno de cadáveres exóticos prohibidos por la Torá y frutos robados… adobados con especies raras y lejanas… toda una orgía de sabores... celebraban un gran acontecimiento… porque habían vendido a un gran y alto precio sus  tumbas vacías… y habían ganado mucho dinero… para invertirlo en Seguros de Vida: Calidad de Vida… simplemente porque no sabían en qué gastar el dinero…

Las mujeres se hacían poner todo tipo de artificios para parecer bonitas y los hombres se afeitaron el bigote… y me recordé de aquella máxima, que parafraseada de palabras  de algún libro perdido del Rey Salomón es la siguiente: “Cuando estés a la Mesa con alguien que es más adinerado que tú, no confíes en él, porque su corazón no está contigo… seguramente solo te quiere utilizar a través del brindarte sus delicados manjares y atenciones”

Pero nadie sabía que la Muerte se había infiltrado en el festín… una impresionante mujer: vestida de verde esmeralda… Todos se preguntaban: ¿Quién es ella? Si no pertenece a nuestro minúsculo y frívolo abanico social de esta ciudad de tercera categoría… ¿Por qué solo deshoja esa flor: diciendo “Me quiere… No me quiere…”?  Es como rara… ¿Por qué no ha probado bocado?

Entonces, a manera de emisario, se le acercó un gran caballero, todo un gentleman, muy culto, refinado y le dijo mintiendo, para descubrir quién era: Yo sé quién es usted… qué ha venido a buscar aquí… entre los seres inferiores.  Ella solo le respondió sonriéndole: Eso no es su problema… ocúpese de sus asuntos… y se carcajeó en labios carmesí...

Bajó el telón de la realidad… todos iban a morir y ya no tenían tumbas dónde descansar hasta volver al polvo… todos se descompondrían a la luz del día y el castigo de la noche...

Y a nuestra Lady Muerte solo le quedaba un pétalo en su flor: y solo ella sabía la respuesta: Nunca lo dijo antes de irse… Enviada de Dios: se fue a su Cueva y se sumergió en un manantial porque aún no había concluido su inicial aseo…

Y solo pensaba en el Sacrilegio… el Sacrilegio… el Sacrilegio… hasta que desnuda se quedó dormida y cuando despertó, apareció el gentleman y la sedujo, hablándole suavemente al oído,  hablándole de “amor”… pero no pudo descubrir el Secreto del último pétalo… quedando prendado de ella para siempre… mientras lloraba sin saber por qué...

Nadie sabrá nunca qué significaba el último pétalo, por mucho que rueguen o traten de atar cabos… hay cosas que no deben saberse, que están selladas… que nunca se descubrirán… que suba el telón de la realidad… y no vuelva a bajar jamás… ¿Un consejo? ¡Nunca vendas tu tumba...!

Solo queda un manantial, con el cadaver flotante de un hombre  que hizo concebir a la muerte... por querer saber más... por amar lo desconocido... por descubrir qué había detrás de tanta belleza... ¿Y ella? Se limitó a arrancar el último pétalo... y descansó... meditando calladamente  en su mecedora de Cristal... pensando para sí misma, la Muerte es un Ser muy temible... yo le tendría mucha admiración, temor y respeto... la curiosidad mató a todos los gatos...



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