Yo también soy un Creyente...!
Todo
estaba tan profundo que claramente se podían divisar aquellas
estrellas de mar que brillan tanto como las de los cielos... Y él
solo sabía que tenía un designo secreto: el de ser “creyente” y
nada más. Sabía desde ese estrellado vientre de madre, en el que se
encontraba, que su misión era la de tener fe, la de creer... la de
ser profeta aún en su tierra...
Que
sería dificil... que sería complicado... que sería diferente a la
fe del resto de sus hermanos... que seria una fe inconcebible y por
ello mismo tarde o temprano tendría que retractarse de ello, a
precio de ser domesticado para otra cosa... No exactamente un
fracaso... sino trabajar en el triunfo de otros... en algo mejor: del
mejor; pero no por ello humillante... Trabajar en el triunfo del
Triunfador.
Y
así va avanzando el tiempo. Llegó la hora de nacer... llegó la
hora de llorar y reaprender lo pre-aprendido. Llegó la hora de
comenzar a crecer y la hora de las escogencias... sin errores, sin
aparentes errores o cosas que parecerán errores. En el fondo
aciertos que no harán otra cosa que conducirlo en la domesticación
en la fe...! Porque para eso ha nacido, para ser un creyente, y qué
creyente... Estamos ante alguien pesado, pero demasiado pesado.
Se
codeará con las Almas altas... nada fue en vano. Todo ha sido
triunfo; luego de nacer, una y otra vez: nacer... Aunque cueste lo
que cueste: nacer... Para luego equivocarse, liberando los aciertos
de Dios y quizá condenando a quienes quisieron condenarlo... sin él
haberlo buscado. Llegó la hora del perdón hacia sus persecutores... recordemos: "Los aciertos de Dios"...