Y lloraron las nubes…
Después que fueron creadas todas las nubes y fueron
llamadas cada una por su nombre, la Nube Mayor convocó a todo el Consejo de “nubes”
terráqueas: el objetivo de esta reunión sería simple: revelar de qué se trataba
todo,
“Así cuando el vapor de agua suba de la Tierra y ya se
sientan tan llenas como para descargarse… acuérdense lo que significará su
manifestación; Harán tanto el bien para
muchos… como el mal para tantos otros…”
“La Misericordia de Dios, así como su furia en nuestra Madre
Naturaleza se manifestará… háganse temer… hagan ver que el agua es de respeto…
jueguen con las descargas eléctricas... rieguen huertas y montañas hermosas, deslícense en
avalanchas de nieve, para cuando estemos cerca del sol: renazcan en vapor de
nube… Den de comer y refresquen a todo tipo de especies”
“Llegará el momento en que no podrán controlarse, irán de
aquí para allá… también filtrarán los rayos del sol, como si fueran la mirada de Dios, en una caótica dinámica
ordenada, que los hombres llegarán a comprender, pero que no podrán dominar… Serán parte esencial de la vida de la Tierra, sin
ustedes no habrá Paraíso… comiencen cuando quieran”.
Y las nubes se arrodillaron, alzando su mano derecha y juraron: “Que vivan
los designios del Creador que nos hizo… para bien o para mal, obedeceremos los decretos divinos,
somos agua, somos nubes…”
Entonces se hizo una gran fiesta: y empezó a llover en
toda la Tierra… ¡Nunca hubo ni habrá peleas entre las nubes, ya el pacto entre
ellas y Dios es total…! No hay nubes rebeldes, todas obedecen al Señor… Y así lloraron las nubes… entre relámpagos y centellas cumpliendo su misión para lo cual fueron creadas... lágrimas de vida... lágrimas de muerte... riendo... siempre... como un juego entre ellas...